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viernes, 21 de diciembre de 2018

Ortelli.Molde de pizarra de tres valvas.Artilleria




                                                          (Colecc.J.M.Sanz Hermida)

 Según las memorias de Víctor Lleonart a principios del siglo XIX se estableció en Barcelona Salvatore Bacciarini  el cual trajo de su país Italia unos cuantos moldes .Éstos eran de pizarra silúrica,piedra resistente pero a la vez fácilmente grabable en la cual las figuras eran representadas por el método del vaciado.Entre los moldes que se conservan hay una docena de temas militares y bastantes más con representaciones diversas como vehículos,barcos,toreros y figuras religiosas. En 1870 la casa Bacciarini vendió el fondo de sus moldes a Jacinto Trinquell y posteriormente fueron adquiridos por Juan Ortelli Montañà,quien de joven había trabajado en la casa Bacciarini.
  Si estos datos los damos por ciertos viniendo de una fuente altamente fiable,cada vez queda más clara la importancia de la casa Bacciarini como una de las industrias más relevantes en los inicios.
 Otro personaje importante en aquella época fué Giovanni Pirozinni quien según Lleonart hacia 1827 estableció un taller en la calle Montserrat para trasladarse posteriormente a la Rambla de Barcelona.La casa Piroccini subsistió hasta 1870 y vendió al cerrar sus moldes y todo el material del negocio a un aprendiz llamado José Lleonart.
  Cada vez parece más claro que lo que genéricamente denominamos ortellis no se ajusta a lo que realmente sucedió en su día. Según todas las fuentes fiables parece claro que fueron tres los italianos que se establecieron individualmente: Ortelli,Bacciarini y Pirozinni.
  Un hijo de Carlos Ortelli trabajó como aprendiz en la casa Bacciarini lo que demuestra la importancia de ésta. Tradicionalmente se consideraba a Bacciarini como un asalariado grabador de Carlo Ortelli pero no parece ser así. José Lleonart aprendió en la casa Pirozinni y posteriormente se quedó con los fondos para establecerse por su cuenta en la calle Canuda. Es seguro que un buen número de piezas pertenezcan pues a la casa Pirozinni que seguiría vendiendo Lleonart hasta principios del siglo XX. Lo más popular sin duda de la casa Lleonart es su Procesión pero es seguro que vendía soldados y probablemente figuras de altar y toreros.


En esta entrada aparece un molde del museo de arte popular de Barcelona en pizarra con tres valvas.En el se representan dos figuras de artillería según un feliz diseño antiguo que vemos representado en un viejo grabado francés.Los fabricantes catalanes lo reprodujeron en diferentes épocas y versiones cambiando los uniformes de la artillería siguiendo la evolución de los uniformes.El diseño bàsico sin embargo perduró al ser tan eficaz plàsticamente. El cañón se representa nítidamente de perfil ,en ocasiones con la humareda del disparo. Junto a él el artillero representado de frente.
  Las baldas de pizarra eran bastante gruesas a pesar de grabarse en ellas figuras planas. Hay que tener en cuenta que se buscaba la solidez y perdurabilidad del molde. Que se mantuviese tras cientos de coladas sin cansarse.
  Las piezas se grababan en dos caras en muchos casos según un método de calco que en su día describió con detalle Sanquez.
  Las aleaciones variaban según las piezas en sus proporciones de plomo,estaño y antimonio. El estaño era muy importante ya que aportaba brillo y flexibilidad.
  Finalmente se decoraban con pigmentos mezclados con medium según precisas fórmulas descritas en gran parte en el manuscrito de Carolina Ortelli.
  Se utilizaba pizarra importada de Italia por su mejor calidad.Para vaciar los moldes primero se dibujaba la figura encima de la piedra bien pulida. Luego mediante buriles se realizaba el grabado haciendo pruebas durante el proceso con cera.
  Las valvas debían ajustar perfectamente para ello se hacían tres o cuatro pequeñas agujeros y se llenaban de una gota de plomo fundido .Al encarar ambas valvas las gotas se fusionaban formando un perno o pivote.
  Por unos canales bien distribuidos se vertía el metal fundido y en último término todo dependía de la experiencia y maestría del fundidor para que la pieza resultará perfecta y que el metal llegase con éxito a todos los recovecos del grabado.